Otros dos números especiales de series resucitadas por el poder de "Blackest Night" vimos esta semana, y ambas son de lo mejor que vimos en este sentido. En gran medida siguen la misma línea que todos los otros tie-ins de "Blackest Night", pero los dos cómics tienen algo que las hace especial, cada uno a su manera. Hablemos pues de "The Phantom Stranger #42" y "Starman #81".
"The Phantom Stranger #42": este one-shot se presentaba a priori como importante para el desarrollo de la historia del evento, y aunque no sea imprescindible sí es medianamente relevante. ¿Cómo funciona esto? Simple. Peter Tomasi y Ardian Syaf cuentan una historia del Phantom Stranger dividida en dos casos a resolver por él junto a Blue Devil (único representante del mundo místico que se hizo presente), y los dos problemas pertenecen a tramas que se desprenden de la historia principal del evento, pasan por este cómic y vuelven al hilo principal. O sea, sirve para que los lectores no se pregunten "¿y de dónde salió el Spectre?" en el próximo cómic imprescindible de "Blackest Night" que será "Green Lantern #50". Es bueno el trabajo de Tomasi en el guión, con un interesante desarrollo que nos envuelve hasta el final y con un tono propio del Phantom Stranger, y también es de calidad el nivel de Syaf en los dibujos; tanto como para que tengamos que prestar mucha atención a su nombre porque promete. Lo único que le falta a este número es el origen del Phantom Stranger que nos habían prometido, pero tal vez sea mejor dejarlo en el misterio. En pocas palabras, un tie-in que vale la pena ser leído por sí mismo y por el evento.
"Starman #81": este número, en cambio, sólo merece ser leído por sí mismo ya que la relación con "Blackest Night" es nula, exceptuando el Black Lantern que aparece como amenaza. Pero sí se recomienda la lectura ya que este cómic lo escribió el James Robinson bueno, que caracteriza bien a los personajes, los presenta a la perfección para los desconocedores y los explora profundamente, y que también trabaja con el suspenso y misterio que debe tener un tie-in de este evento. Además, merece que lo lean por el fantástico arte de Fernando Dagnino entintando por el inconfundible y siempre excelente Bill Sienkiewicz, que juega con la oscuridad como sólo él puede hacerlo. Y Dagnino también hace lo suyo, siendo otro dibujante que promete mucho. Sirve este número, por último, como un extra bonus para los fans de la serie "Starman" que brilló en los noventas de la pluma de Robinson y también como un acercamiento a aquel trabajo clásico aunque reciente para quienes no lo leyeron. En una palabra: imperdible.
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